Durante el 2022, las Escuelas Rurales Alternativas lograron las ventas más altas en sus 6 años de vida, gracias al compromiso por la paz de las comunidades de campesinos y reincorporados con las que trabajamos, así como al efectivo modelo de trabajo colaborativo que hemos desarrollado con ellas.
Un logro sin precedentes
Las Escuelas Rurales Alternativas (ERA) iniciaron como laboratorios de colaboración territorial, donde reincorporados y campesinos aprendían a trabajar juntos en proyectos productivos agropecuarios para el sostenimiento de sus familias y la eventual venta de excedentes. La primera de ellas inició labores en 2016 en el municipio de Miranda, al norte del Cauca.
Desde entonces, el modelo ERA se ha expandido a más de 20 lugares en toda Colombia y se ha robustecido con los saberes, el trabajo y el capital aportados por una gran variedad de aliados públicos, privados, comunitarios, locales, nacionales e internacionales. Al día de hoy, las ERA se han consolidado como plataformas de colaboración donde las comunidades encuentran formas de convertir las complejidades de sus territorios en oportunidades para reconstruir la confianza afectada por el conflicto, mejorar la productividad de sus tierras y desarrollar emprendimientos comerciales con alcance nacional e internacional.
Lo que empezó como una serie de experimentos se ha transformado poco a poco en una red de emprendimientos colectivos rentables. Entre 2018 y 2020 las ERA consiguieron vender más de $1.880 millones de pesos; en el 2021, alcanzaron ventas por $2.100 millones de pesos; y en 2022, con un total de $4.570.234.596 pesos vendidos, se superó el total de ventas acumuladas en los cuatro años anteriores. Dicho de otra manera, fueron necesarios cuatro años para que las ERA consiguieran vender su primer millón de dólares, mientras que hoy solo les toma un año hacerlo (aún cuando se considera la fluctuación del precio del dólar).
Entre los productos más vendidos se encuentran el café, el cacao, la miel, el pescado, el cerdo y la sacha inchi. Estas unidades productivas han contado con un apoyo continuo a lo largo de varios eslabones de la cadena de producción, desde la formación para el cultivo, el apoyo a la construcción de infraestructuras y el procesamiento adecuado de los productos; además, como se verá a continuación, han gozado de un acompañamiento especial en temas de comercialización.
Democratizar los mercados, un factor clave
Uno de los pilares del trabajo de PASO Colombia ha sido la democratización de los mercados en las zonas más afectadas por el conflicto y la desigualdad. Esta estrategia se ha concretado con el establecimiento de mercados campesinos, la generación de alianzas comerciales colaborativas y la apertura de tiendas agropecuarias y de víveres administradas por los y las integrantes de las ERA. Así se han generado alternativas que facilitan a las comunidades campesinas la venta de sus productos en condiciones más justas y reduciendo la intermediación.
Es usual que las poblaciones de las zonas más alejadas de los grandes centros urbanos tengan que desplazarse por varios kilómetros de camino para conseguir los productos que necesitan. Por esta razón, los nuevos escenarios comerciales impulsados por PASO están ubicados estratégicamente dentro de los mismos territorios, y se caracterizan por abastecer circuitos cortos de comercialización. De esta manera acercan su oferta de productos a la demanda que ya existe en estas zonas.
Los esfuerzos comerciales también vienen acompañados por el fortalecimiento de factores de producción que aumentan la competitividad de los proyectos apoyados por las ERA. Para ello hemos capacitado y acompañado a las comunidades en la fabricación de concentrados y abonos naturales a partir de materias primas locales, lo que les ha permitido aprovechar derivados de procesos agrícolas y generar ahorros sustanciales en el costo de cría de sus animales. Además, esto ha blindado los proyectos frente a dinámicas externas, como la volatilidad del dólar y la escasez de insumos provocada por la pandemia y la guerra en Ucrania.
Por otra parte, el apalancamiento de nuevos recursos para escalar las unidades productivas más robustas de las ERA también las ha preparado para suplir demandas cada vez mayores.
Estos avances no solo han puesto a prueba las habilidades técnicas de las comunidades; el desarrollo de sus capacidades relacionales está en la base del éxito de las ERA como espacios de construcción de paz. En este sentido, la generación de lazos de confianza a través del trabajo asociativo y del pasar tiempo juntos, ha sido fundamental. Como lo reseñamos ya en el 2021, en nuestra primera entrega de Nuestro Impacto en Datos: en las ERA “se construyen proyectos y vínculos que ofrecen garantías para mejorar la calidad de vida de los participantes”.
Fotografía tomada del perfil de Facebook de COOMPAZCOL.
El modelo ERA se expande de cara al futuro
Las ventajas del modelo ERA no solo se han reflejado en las zonas y predios donde funcionan. Sus beneficios se están extendiendo a los territorios que las rodean e involucran a cada vez más familias, asociaciones, liderazgos, participantes y aliados, demostrando un compromiso innegable por parte de todos estos actores con la construcción de un campo en paz.
Por otra parte, los aprendizajes y formas de trabajo desarrollados en las ERA han servido para trabajar exitosamente con otro tipo de comunidades como migrantes venezolanos y familias que sustituyeron sus cultivos de coca por productos legales, demostrando que este modelo de trabajo colaborativo está lo suficientemente maduro para escalar e impactar positivamente, y en el largo plazo, en muchas de las regiones más afectadas por el conflicto y la pobreza.